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Entrevista a Domingo Cavallo y el desembarco de China en la región


Domingo Felipe Cavallo, dos veces ministro de Economía de Argentina (1991-96 y 2001), visita periódicamente China, invitado por entidades financieras o por el propio gobierno en Beijing. Conoce bien hacia dónde va el gigante asiático al que hoy todos miran como termómetro de la economía mundial. Con 1300 millones de habitantes, de los cuales 338 millones son usuarios de Internet (supera a la población total de EE.UU.), sin pausa, China sigue creciendo. También en los números: este año, a pesar del ‘parate’ global, su PBI aumentará 8.5 %, luego de que el gobierno de Hu Jintao lanzase un plan de estímulo interno con u$s 586.000 millones. Las reservas internacionales del Banco Central alcanzaron el mes pasado los u$s 2.13 billones (trillones en inglés). Se estima que 70% de esas reservas están en títulos y bonos del Tesoro norteamericano, hecho que encadena a China a la suerte de la economía estadounidense. De allí que el gobierno de Beijing haya pedido, semanas atrás, la creación de una moneda especial para reservas internacionales. Despegada del dólar, claro.



Para Domingo Cavallo, en cambio, puede haber otra solución para las reservas. Retirado hoy del escenario político argentino, como consultor financiero internacional sigue siendo, todavía, un cruzado ‘antiinflación’ como en los 90. Por eso es que recomienda a los países acreedores de EE.UU., y especialmente China, a que “exijan de Washington un ‘swap’ nominal de bonos, letras y títulos del Tesoro norteamericano por instrumentos ajustados a inflación”. Es, según este economista doctorado en Harvard, una salida fundamental para la alianza China-EE.UU. o G2.

En cuanto a Sudamérica, para su desembarco comercial e inversiones, China busca países confiables. Una categoría a la que, como dice Cavallo en esta entrevista exclusiva para Analítica, varios países de la región no califican. Especialmente la Argentina de los Kirchner.

* CHIMERICA O EL G2

Periodista: Ud. viaja periódicamente a Beijing invitado por el gobierno chino. ¿Cuál fue el motivo de su última visita?

Domingo Felipe Cavallo: Fui a una reunión del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), que coincidió con una invitación del Banco Central Chino (BCC) para conversar sobre una propuesta para el futuro de las reservas chinas que publicamos con Joaquín Cottani («A simpler way to solve the ‘dollar problem’ and avoid a new inflationary cycle», mayo 2009). Allí dijimos que los países emergentes, como China, con reservas en bonos del Tesoro de EE.UU. a 10, 15, 20, 30 años de plazo con tasa fija en dólares, no deberían tenerle miedo al dólar sino a la inflación en dólares. Y debieran protegerse, no en diversificación de monedas sino exigiéndole a Washington un ‘swap’ nominal de bonos, letras y títulos del Tesoro norteamericano (a tasa fija) por bonos indexados (TIPS, Treasury Inflation Protected Securities). Es para que Washington “frene la posibilidad de ‘inflacionar su salida de la deuda’, protegiendo así el valor de las reservas de los mercados emergentes, además de reducir el riesgo de reaparición de inflación a nivel global”.

Esa sugerencia nuestra está siendo estudiada al mismo tiempo en China y en EE.UU. No hay actualmente suficientes TIPS en circulación como para abastecer una eventual demanda china, por lo que Beijing necesariamente tendrá que hablar con el Tesoro de EE.UU. Y este swap, de hacerse, sólo podría realizarse con un acuerdo bilateral entre EE.UU. y China, dentro del G2.

P.: Se insiste mucho en la alianza EE.UU.-China, que el economista Niall Ferguson bautizó ‘Chimerica’ y que en el mercado se conoce como G2. ¿En que consiste?

DFC.: La idea del G2 es la de un diálogo permanente entre EE.UU. y China. Es, diría, un espacio político en el que se debaten, coordinan y ajustan las respectivas políticas económicas. EE.UU. sabe que la espada de Damocles de China son todos los títulos de la deuda norteamericana en poder de Beijing. A su vez, los chinos saben que de usar esos títulos en contra de EE.UU., se auto infligirían un enorme daño. Es, entonces, un doble reaseguro.

China tiene la posibilidad de expandir la demanda de bienes y servicios dentro de su mercado interno, lo que llevaría a una expansión económica aun frente a una recesión en el resto del mundo. Pero su esquema de desarrollo está basado en el previo suministro de tecnología por parte de EE.UU. Y, si en EE.UU. la situación se volviese tan grave que dejase de invertir en investigación y desarrollo, consecuentemente traería un freno en el proceso de expansión china.

Por eso es que los dirigentes de ambos países llegaron a la conclusión, inexorable, de que sólo a través de un fluído diálogo político se implementará un reaseguro para la continuación del proceso de globalización y de expansión de la economía mundial. Y eso se logra a través del G2.

P.: ¿Cómo ve al yuan, con su presente y futuro entrampado con el dólar? ¿Está sobrevaluado?

DFC.: Es un tema del que no se pueden hacer juicios de valor hasta tanto el yuan no se vuelva una moneda convertible. Convertible en el sentido de que, dentro y fuera de China, la gente pueda comprar y vender yuanes con libertad y transformarlos en otras monedas. Y que, por supuesto, haya también libre movimiento de capitales, desde y hacia China. Hoy en día, China no tiene liberada la cuenta de capital de la balanza de pagos, manejada con mucho control. Tampoco se puede comprar yuanes en el exterior tan fácilmente. Hasta ahora, el yuan jugó un rol de moneda local. Por lo tanto, para que se pueda hablar de un yuan que flote libremente frente al dólar, como flotan el euro, el yen, o el dólar canadiense, previamente el yuan tiene que transformarse en moneda convertible.

Mientras no sea una moneda convertible, les conviene a todos que el yuan sea una moneda administrada de manera que no tenga gran variabilidad frente al dólar. Los chinos procuran manejarlo mirando no sólo al dólar sino también al resto de las monedas de sus socios comerciales. Pero se sienten cómodos manteniendo al yuan cercano al dólar (casi como un peg con el dólar).

No se puede decir que el yuan está sobrevaluado. Si se liberara el movimiento de capitales, y si hubiera plena convertibilidad del yuan, probablemente muchos chinos (del sector privado), querrían diversificar su portafolio y tener otras monedas, con lo cual habría una venta de yuanes y viceversa, habría demanda de yuanes de parte de gente que confía en el valor futuro de esa moneda.

P.: ¿Existe, para Ud., maquillaje por parte del gobierno de Hu en los índices económicos chinos?

DFC.: En una economía con una alta intervención del Estado como es la de China, seguramente hay precios que no se conocen bien y hay distorsiones de precios relativos. Pero ellos procuran tener sus precios lo más alineados posible con los internacionales. Y los salarios, de los que siempre se dijo que eran muy bajos, van subiendo en las zonas urbanas y donde se radican las industrias. Si suben los salarios, suben también los precios de los servicios internos, muy intensivos en mano de obra. Así, es muy probable que la inflación, bien medida en China, sea más alta que la inflación de los bienes, que son los que normalmente se tiene en cuenta. Va a haber una cierta inflación en el precio de los servicios pero es la misma que existió en Japón en las décadas del 60 al 80.

* CHINA, SUDAMERICA Y ARGENTINA

P.: ¿Qué ocurre con la compra de commodities por parte de China? ¿Tiene con esto el control del índice de precios mundial?

DFC.: China sabe que en materia de commodities y en bienes intensivos en el uso de recursos naturales, siempre va a estar en déficit. Si aumenta el nivel de vida de toda su población, obviamente aumenta también la demanda en commodities y de bienes intensivos de recursos naturales. China nunca va a poder autoabastecerse. Nunca.

Esta fue también una gran preocupación de Japón en los 50, 60 y 70… Si los países que tienen los recursos naturales alientan la inversión de China y no ponen restricciones al aprovechamiento de esos recursos, la oferta va a estar asegurada. Si los países con buenas tierras dejan que los agricultores siembren soja o maíz, o trigo, o lo que el mercado mundial demande y no les tratan de quitar con retenciones o con trabas a la exportación la renta, China estará abastecida. Lo mismo en petróleo, cobre o mineral de hierro. Ahora bien: si los países dueños de recursos naturales tienden a cartelizarse o a monopolizar, restringiendo la producción para poder vender más caro…

P.: Es el caso de Argentina actual, con los impuestos a la exportación (retenciones) y los cupos exportadores…

DFC.: Cuando Argentina le pone restricciones a la exportación agropecuaria está actuando como un monopolista. Es, claro, la actitud de un monopolista miope, porque mientras haya otros países con la posibilidad de expandir la producción, lo único que se logra es disminuir relativamente la oferta propia.

De todas maneras, los chinos, en temas como el petróleo, minerales y los productos agrícolas tienen miedo de que los dueños de esos recursos actúen como monopolistas. Entonces se han embarcado en una política de tratar de ser ellos los propietarios de los recursos naturales. Si China compra minas o campos petrolíferos, o campos agrícolas, tiene que acordar convenios con esos países y comprometerlos a no poner trabas a la explotación de esos recursos naturales. Por eso, al momento de las inversiones chinas en recursos naturales, todo se resuelve vía negociaciones bilaterales.

Lo más razonable para los países dueños de recursos naturales es explotarlos por ellos mismos, o por sus empresarios privados o por quien quiera arriesgar el capital, pero transformarse en proveedores confiables. En ese caso, si Argentina se transformase en un proveedor confiable de productos agrícolas para los chinos, ellos se interesarían no en la compra de campos argentinos pero sí, probablemente, en facilitar inversiones en servicios: electricidad, energía, transporte, infraestructura.

Hoy nadie ve a Argentina como un proveedor confiable, porque está poniendo trabas para la utilización eficiente de sus recursos naturales y en especial en el rubro donde tiene la mayor cantidad de recursos, que es el agropecuario.

En mi opinión, la mejor manera de aprovechar el desarrollo y políticas chinas de inversión en el exterior, es transformar a los países con recursos naturales -como Argentina-, en proveedores confiables.

P.: ¿Cómo ven los chinos a América del Sur?

DFC: Como abastecedora de alimentos, minerales y petróleo. América latina y África son las dos regiones a las que China mira con proyección de futuro. En el caso de África, los chinos tienen, si se quiere, una política más imperialista, en el sentido de comprometer a los países africanos con inversiones a cambio de acuerdos de largo plazo y hasta a veces con propiedad de los campos, minas y petróleo.

Ellos saben que eso no es factible, en general, aquí en América del Sur. Con Latinoamérica siguen el camino de establecer acuerdos de libre comercio y otros tipos de acuerdos de inversión. Lo han hecho con Chile, Brasil, Perú, Colombia, también con Venezuela (aunque le desconfían a Chávez). Actúan con la lógica de cualquier negociante o inversor internacional, que distingue entre el confiable y el no confiable.

Lamentablemente, Argentina no está entre los confiables. Pero fue un buen gesto de parte de Argentina, y sobre todo de Martín Redrado, presidente del Banco Central, avanzar en el acuerdo monetario (swap de monedas, por USD 10.000 millones) que tiene importancia simbólica antes que práctica, porque Argentina aparece así entre los primeros países que ayudaron al Banco Central de China a internacionalizar el yuan.

P.: Respecto de Argentina, ¿cómo ve su futuro político a mediano plazo?

DFC: Yo creo que la Argentina, antes que Venezuela, va a tener la posibilidad de cambiar de rumbo y sumarse al club de los países con perspectiva de progreso estable como Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia y México. Todo va depender si en el 2011 surge un gobierno que esté en las antípodas del gobierno de los Kirchner. En cuanto a Néstor Kirchner, si realmente se quiere postular como candidato a Presidente en 2011, antes va a buscar provocar un impacto fuerte.

P.: ¿De qué tipo?

DFC.: La re-estatización de YPF, por ejemplo. O de la minería, o de los recursos naturales (agropecuarios). O del comercio exterior. Necesita generar algo traumático, que derive en discusión salvaje en el Congreso y en frustración. Para después poder decir: “No me dejaron implementar la solución para el problema de Argentina, por eso me voy del gobierno (él y Cristina)”. Entonces, al vicepresidente Julio Cobos o a cualquiera que asuma el gobierno, le tocarán las decisiones impopulares de ajustes de tarifas, sinceramiento de precios… Consecuencia: protestas políticas, los piqueteros en la calle. Y vendrá el caos que él pregonó en la campaña electoral (‘yo o el caos’). Kirchner, entonces, se ofrecerá como candidato, como restaurador del orden perdido, como paladín del modelo productivo del socialismo del siglo XXI. Pero ese intento no va a darle resultado porque sin poder político, y con los temas de corrupción que ya empezaron a destaparse y a tratarse en la Justicia, Kirchner ya no tiene cómo defenderse.

Carolina Barros
Martes, 18 de agosto de 2009
Exclusiva para Analitica: http://www.analitica.com/va/economia/opinion/2854675.asp

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