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Una muralla contra las importaciones





Una foto negra del presente o tal vez una nueva oportunidad para la industria argentina. De las dos maneras —e incluso en simultáneo— pueden leerse los últimos datos que arrojó la balanza comercial del país en el primer cuatrimestre, que arrojó un pronunciado descenso del nivel de importaciones del 37 por ciento en los primeros cuatro meses del año y del 43 por ciento en abril último.
Lo que el gobierno se ocupó de festejar como un nuevo punto a favor de la Argentina respecto del resto del mundo en un contexto internacional atravesado por la crisis, no termina de convencer a empresarios y economistas, quienes encuentran en los números del superávit comercial de abril, y también del acumulado anual, una verdad a medias, que esconde más de lo que muestra y que, en rigor, es una de las expresiones más claras de la caída de actividad y el tránsito hacia la recesión. Sin embargo, también abre el interrogante sobre la posibilidad de que un contexto adverso termine operando como un motor para renovar la inversión productiva y reeditar el proceso de sustitución de importaciones que el sector manufacturero argentino encaró después de 2001, pero no terminó de consolidar en el tiempo. Para algunos, una quimera, para otros, una luz al final del túnel.
Los números oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) señalan que la balanza comercial argentina (el saldo entre importaciones y exportaciones), registró en abril un superávit de 2.299 millones de dólares, un 155 por ciento más que en el mismo mes de 2008 y en lo que va del año la cifra alcanzó los 5.855 millones de dólares, un 43 por ciento más que en el mismo período del año anterior.
Durante el cuarto mes del año, en cambio, las exportaciones disminuyeron 13 por ciento y el acumulado anual da un saldo negativo para las ventas externas del 22,5 por ciento, aunque con una nueva dinámica que muestra signos de desaceleración en la caída de las exportaciones por efecto de la mejora en los precios de los commodities de los últimos meses.
"Esta merma en las importaciones garantizó un mayor superávit comercial", precisó un informe elaborado por la consultora Abeceb.com, el cual enciende el alerta sobre las verdaderas causas del fenómeno. "Esto revela algunas señales negativas como la caída del consumo y principalmente de la inversión, con la consecuente debilidad de la capacidad productiva futura", apunta.
A este fenómeno propio de la dinámica de la economía argentina y su vinculación con el resto del mundo, el gobierno le sumó herramientas de política económica que contribuyeron a reforzar las fronteras frente al ingreso de bienes del exterior, mediante instrumentos como las licencias de importación no automáticas que hoy involucran a un total de 608 posiciones arancelarias.
"Es posible pensar que la idea del gobierno sea favorecer la producción local en este contexto de contracción de la demanda y por eso trata de sostener las importaciones para que no sufra la producción local", señaló Mauricio Claverí, coordinador de la unidad de análisis de comercio exterior de Abeceb.com, para quien la clave no es esa, sino hacer foco en los inversores. "Si los inversores externos, principales proveedores de dólares y capitales tienen la confianza de traerlos al país para favorecer la inversión productiva y si los empresarios locales hacen lo propio, tal vez se pueda pensar en un proceso de sustitución de importaciones en la Argentina", dijo el analista.
Sin embargo, aclaró que "son dos factores que hoy no están presentes en el país". Desde el sector industrial hacen foco en el presente y no ven señales alentadoras en los números. "Este proceso no es para nada comparable con lo que pasó en 2001. Entonces, producto de las devaluaciones, los productos importados tenían un mercado internacional con costos altos en dólares y por eso era conveniente sustituir importaciones por la posibilidad de la provisión local a menor precio", recordó Sergio Vacca, vicepresidente de Adimra. En cambio "hoy lo que se produce no es eso, sino una caída de las importaciones por una baja del consumo y está muy lejos de ser una cuestión interesante para la industria", ya que cayó en igual forma o incluso más el consumo de productos nacionales, agregó el industrial.
"Esta situación es producto de la falta de consumo y no porque seamos más eficientes para producir y hacer una sustitución", recalcó Vaca quien señaló que una muestra de que la caída de las importaciones son una expresión de un proceso recesivo se puede encontrar en el desagregado de los bienes que dejaron de ingresar al país, entre los que se destacan los bienes de capital y bienes intermedios, muchos de ellos insumos claves para la producción industrial.
El impacto por sectores
El estudio de abeceb. com y los propios indicadores oficiales muestran que el retroceso de importaciones se produjo en mayor medida en bienes de capital y bienes intermedios, con una disminución del 46% en el primer cuatrimestre del año y, en menor medida en bienes de consumo, que retrocedieron un 23%.
Los primeros representan sectores de alto y medio impacto en la producción y muestran una inversión en retroceso. Entre ellos se destacan lo relacionado con la actividad agropecuaria como la maquinaria agrícola y aviones, vehículos para transporte y grupos electrógenos.
En cambio, aquellos rubros de bajo impacto en referencia a la inversión fueron los que menos retrocedieron, están vinculados a bienes de consumo como aparatos electrónicos, teléfonos celulares y computadoras personales.
Para el estudio de Abeceb.com, no hay forma de forzar una mirada positiva sobre la performance de los números de la balanza, aún teniendo en cuenta que las acciones del gobierno tengan como premisa básica defender la industria nacional frente al ingreso de productos del exterior.
"La confirmación del derrumbe de las importaciones de bienes de capital por sobre los de consumo durante el primer cuatrimestre anticipa la caída de la actividad industrial, en el caso de que las medidas restrictivas no hayan apuntado a ellas y esa caída sea producto del descenso de la demanda local", dicen.
Pero además, aclaran que aunque en el caso de que su caída haya sido resultado de las medidas de restricción (que llevan adelante la Secretaría de Comercio Interior y la Secretaría de Industria) "contradice el argumento de que estas apuntan a los bienes de consumo y a la protección de los productores locales", porque en los hechos este sector no es el más perjudicado por el derrumbe de las compras externas.
En ese punto, Claverí, explicó que mientras la Argentina tiene ventajas comparativas en sectores como los derivados del procesamiento agropecuario, alimentos, plásticos y químicos, actualmente se fortalece al sector textil, calzado, juguetes, "que tradicionalmente tienen falta de competitividad y una brecha muy grande respecto de la producción a más escala y menor costo que hace que no sea rentable producir".
Según el analista, por esas características y a pesar del respaldo oficial desde hace casi 20 años "son sectores que no van a fortalecerse por las dificultades de competitividad muy fuerte que expresan".
De cualquier manera, las medidas oficiales terminan por confirmar que el consumo y la actividad industrial se deterioraron en la medida que el gobierno debió salir con un conjunto de medidas fuertes al auxilio del sector manufacturero más sensible.
En ese contexto es categórico Guida: "No pidamos cambios tecnológicos el año que viene si bajó un 40% la importación de bienes de capital", puntualizó.
La mirada Mercosur
En este proceso el vínculo con Brasil, el principal socio de Mercosur, también mutó. "El hecho de que nosotros tuviésemos el primer cuatrimestre superior se dio por la gran caída de importaciones de Brasil en productos sensibles", recordó el economista Daniel Guida, quien apuntó que eso provocó que "por primera vez en 69 meses tuviésemos superávit en la balanza a favor nuestro", algo inédito en el comercio bilateral con el vecino país.
Guida dijo que "la caída de la relación con Brasil fue del 36%, marcada esencialmente por la fuerte reducción de las importaciones brasileñas que cayeron 42,8%.
Por caso, la Cámara de Importadores de la Argentina (Cira) comenzó a mostrar su malestar la semana pasada por las trabas a la importación de textiles, calzado y electrodomésticos y pidió audiencias con funcionarios del Ministerio de la Producción vinculados al área para conocer los alcances de las políticas del gobierno en ese sentido. Los importadores aseguran que no sólo las restricciones están generando sobrecostos en la Aduana sino además resintiendo la cadena comercial por la falta de determinados productos.
En tanto, desde Brasil —y como ya ocurrió con otros productos— las empresas empezaron a testear nuevos mercados para colocar su producción debido a que las licencias de importación para sectores como textiles están prácticamente paralizadas desde marzo.
Aunque los analistas señalan que el superávit alto es una garantía para mejorar el balance de cuenta corriente y frenar cualquier problema de reservas, su composición no es un dato alentador porque muestra una marcada debilidad del mercado interno.
"La fuerte baja en las importaciones que registran las estadísticas del país en estos dos últimos meses tienen dos orígenes: por un lado refleja la menor actividad económica interna y por el otro restricciones a las importaciones desde el gobierno, las que han tomado la forma de licencias de importación no automáticas", recordó Elvio Baldinelli, director Instituto para el Desarrollo Sectorial de las Exportaciones Argentinas de la Fundación Standard Bank.
El especialista en comercio exterior consideró que "como sucedió siempre, las recesiones un día tienen fin, y así será esta vez, tanto en el país como en el exterior y, llegado este punto, las importaciones volverán a crecer".
De todos modos, no comulgó con la idea de un proceso de sustitución de importaciones que pueda derivar de este proceso de restricciones al ingreso de productos del exterior. "Es de esperar que este no sea el caso, ya que luego de la última Guerra Mundial hemos sufrido ese tipo de políticas que sólo benefician a los oligopolios en detrimento del nivel de vida de la población y desaliento de las exportaciones", dijo Baldinelli.
El camino de la oportunidad
Esta mixtura de medidas oficiales restrictivas y actividad industrial aletargada traza un escenario poco alentador en la coyuntura para los industriales, que no ven una oportunidad como aquella que aportó la devaluación y su correlato de competitividad a la producción argentina tras la crisis de 2001/02. "Una medición que realizamos en Adimra sobre un universo de empresarios que habitualmente encuestamos nos indica que en los últimos trimestres estamos al 50% de utilización de capacidad instalada respecto del promedio de 2008", dijo Vacca.
Por eso, "no importar nos muestra que estamos ante una recesión más pronunciada", reflexionó.
Aun así, el economista Guida explicó que en moentos de crisis "es clave analizar la actitud que toma el sector industrial argentino", que "tal vez con estas medidas del gobierno y pensando que toda crisis es una oportunidad, pueda tal vez pensar seriamente en hacer inversiones productivas de alta tecnología que de alguna forma se transformen en un proceso de sustitución de importaciones" en el mediano plazo.
Guida está convencido de que "no alcanza con el tipo de cambio" para que el sector renueve competitividad y por tanto, "hay que empezar a hacer cosas nuevas", aseguró.
En ese punto, aclaró que todo debe estar atado a "un marco de una economía global y no como resultado de medidas que cierren la economía", además de una política de Estado como la que implementó Brasil.
"Esta circunstancia podría beneficiar a algunos sectores para que se pongan los pantalones largos y podría ser una alternativa a futuro, tal vez, el camino de una oportunidad", reflexionó.

fuente: http://www.lacapital.com.ar/ed_impresa/2009/6/edicion_243/contenidos/noticia_5340.html

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